domingo, 8 de enero de 2012

Mis navidades


Estas, desde luego, no han sido las típicas navidades, sino que han sido una de las más especiales, excluyendo las del año pasado, que viajamos a París.
Este año no hemos ido tan lejos, pero no ha hecho falta salir de Andalucía para pasarlo genial junto a mis padres y mi hermana pequeña, Paula.
El día de Nochebuena mi madre tuvo una gran idea. Quiso que juntas, ella, mi hermana pequeña y yo, hiciéramos algo de repostería, y decidió hacer profiteroles de chocolate.
Prepararlos fue muy divertido; se vierte la mezcla, en pequeñas porciones, en una bandeja para hornos, y al calentarnos, no se cómo pero se ahuecaban para introducir el relleno de crema de chocolate.
Cuando estábamos terminando, sobró algo de chocolate y mi madre quiso dármelo, y al apretar la manga pastelera, salió una pompa de aire, salpicándome toda la cara.
Este año, como el pasado, por Nochebuena hemos ido a cenar mi familia y yo a casa de mis tíos. Cuando llegamos, nos dirigimos directamente a la televisión principal a ver el discurso anual del rey.
Después de la cena me tocó disfrazarme a mí de Santa Claus, para repartir los regalos entre mi familia. El propósito era que mi hermana pensara que soy Papá Noel y que tuviera la ilusión de recibir los regalos por él, pero no funcionó, porque nada más verme se dio cuenta del truco.
Mis regalos fueron:
-Un “perro-hucha”, que ya tiene su propio sitio en mi cuarto.
-Una cesta con jabones, perfumes, y una toalla en forma de helado.
Lo pasé muy bien el resto de la noche, todos cantamos villancicos, y nos reímos mucho.
También he ido a la Fiesta Mayor de Verdiales, como dos años atrás, con mi panda de Teatinos.
Esta vez, me acompañó a verme una de mis mejores amigas del colegio, Yasmín, a la cual no veía de hace tiempo, y después, se quedó a dormir a mi casa para al día siguiente ir al Muelle Uno, donde visitamos muchas tiendas e hicimos bastantes fotos, y vimos un montón de luces navideñas.
Nos montamos en muchos cacharros de los abundantes parques que había de camino, y lo pasamos realmente bien.
Pasados unos días llegó el día de Noche vieja, a la que vinieron muchos amigos de mis padres y sus hijos, por lo que me lo pasé genial.
Cuando iban a dar las campanadas estábamos muy nerviosos, y mi madre se equivocó y tomó dos uvas en dos de los cuartos, aunque después no se tomó las dos primeras y le dio tiempo a comer todas las demás a la paz de las campanadas.
Después de las doce jugamos un rato a la Wii y más tarde, sobre las cuatro y media o cinco, yo era la única despierta de mi edad.
Pero los dos días más inolvidables de estas navidades ha sido mi viaje a Granada, donde he visitado El Albaicín, hospedándome dos días y una noche en una casa llamada “La Casa de la Abuela”, que se encuentra frente a la Alhambra de Granada, solo que estan separados por el río Darro, siendo un afluente del río Genil, que a su vez es afluente del Guadalquivir. Es un río pequeño pero de caudal constante.
El primer día subí a la cima de Sierra Nevada, pero casi todo lo que había era para “Esquiadores” y mi familia y yo simplemente íbamos de paseo.
Mi padre y yo estuvimos un rato en unas pistas de nieve en las que te podías subir y deslizarte por ellas con unos roscos rojos, y resultó muy divertido.
Más tarde, cuando acabó el tiempo límite de los roscos, que era media hora, nos dirigimos a una ladera donde te podías tirar como quisieras, y aunque estaba todo el mundo con palas que servían para deslizarte por la nieve, nosotros utilizamos bolsas de basura, y acabé helada.
Después, volvimos a bajar por los telecabinas y mi padre fue a buscar el hostal, y me gustó mucho porque era como una casa rural pero en la ciudad, en frente de la Alhambra.
Cuando estábamos instalados y nos habíamos cambiado de ropa volvimos a la calle y dimos un paseo por las calles del Albaicín, y visitamos la plaza, que estaba llena de puestecillos con diferentes culturas de todo el mundo; pero lo que a mí más me impresionó fue un artista hacía malabares y trucos en un lado de la plaza.
Mi hermana se montó en un “tiovivo” donde los animales estaban hechos de neumático, y daba vueltas con la energía que producía un hombre al pedalear.
Cuando se hizo de noche, regresamos al hostal y nos acostamos, pero antes de dormir, mi padre y yo empezamos a ver una película en su móvil: Código DaVinci, pero no terminé de verla porque me dormí al empezar la segunda parte, pues estaba demasiado agotada de tanta actividad.
Al día siguiente me esperaba un gran día de visitas, pues nada más despertarme mis padres y mi hermana ya estaban listos para ir a ver el Palacio de Carlos V, y vimos un adelanto de la exposición de Mauris Cornelis Escher.
Terminada la visita, nos dirigimos a dejar la habitación del hostal y nos subimos en el coche para ir a ver el Parque de las Ciencias.
Nos costó un poco encontrarlo pero cuando entramos me gustó mucho porque había un montón de experimentos increíbles en la entrada.
Entramos y vimos a un gracioso robot que hacía lo que tu mandaras mediante una pantalla táctil:
Contaba cuentos, interpretaba películas, se presentaba, expresaba sentimientos... pero lo más gracioso fue que como me gustaba tanto estuve mucho rato utilizándolo y cuando pasó mucho tiempo dijo: “¿no es hora ya de que te vayas?”
En ese momento vino mi padre y lo oyó, por lo que se quedó perplejo.
Visitamos muchos edificios, y lo pasé muy bien:
Realizamos una visita guiada a un Dólmen, que es una edificación funeraria en forma de la barriga de las embarazadas que servía para depositar a los muertos en el Neolítico, y tenía dicha forma porque los humanos creían que cuando morías volvías a vivir, y por eso los depositaban en posición fetal en su interior, dejando también alimentos para ellos. La réplica que visitamos, se calcula que pertenecía a un clan familiar de unas doscientas personas, por el tamaño.
Cuando el cadáver se convertía en huesos, los depositaban en el fondo y volvían a poner en posición fetal a los recién fallecidos.
Los fabricaban con menhires y los resquicios que quedaban entre ellos los taponaban con pequeños guijarros para que los animales no pudieran acceder y llevarse los cuerpos o los alimentos que dejaban allí para los difuntos.
Vimos muchas exposiciones, y pasamos por un laberinto, vimos un ajedrez gigante, pero sobre todo, me gustó mucho un juego que trataba de dejar la mente en blanco; quien menos pensara marcaba un gol al contrario, y ganaba.
También había una exposición de corazones reales, y el que más me gustó fue el gran corazón de la ballena, ¡pues era como yo de grande!
Subimos a una enorme torre y desde allí se veía casi toda granada. En la planta baja se encontraba una extensa exposición de torres de todo el mundo.
Nuestra visita estaba finalizando cuando vimos la exposición del T-rex, que fue increíble; había grandes dinosaurios que parecían reales, algunos carroñeros y otros depredadores, y de ahí surgía una pregunta: el T-rex, ¿depredador o carroñero?
Al final de la exposición te dejaban elegir mediante tres urnas.
Y por último vimos la exposición de M.C. Escher, que fue lo que realmente nos llevó a visitar El Parque de las Ciencias.
Había un montón de cuadros de este grafista que me encantaron y que mi madre y yo vimos detenidamente.
En la parte alta había unas casetitas que en su interior tenían colocados tres espejos y en el suelo varios dibujos, y tu entrabas por un extremo y por los espejos lo veías todo repetido muchisimas veces.
Me encantó la visita.
Por si es de interés de alguien, voy a hacer un pequeño resumen de la vida de este artista:
M.C. Escher nació en 1898 en Holanda.
Con trece años, acudió a la escuela secundaria en Arnheim.
No era buen estudiante, sin embargo su padre, al que no se le escapaba el talento artístico de su hijo quiso darle la oportunidad de que se formara como arquitecto y lo envió a la escuela de Arquitetura y Artes Decorativas, donde tardó poco en dejar los estudios de arquitectura para dedicarse a las artes gráficas en la misma escuela.
Vivió en Italia, y realizó dos viajes a España, donde pudo visitar la Alhambra.
Éstos viajes, fueron determinantes en su formación, y en el posterior desarrollo de su obra; quedó profundamente impresionado por el exhuberante despliegue de formas geométricas del arte Islámico.
Su obra está marcada por el interés que despiertan en él las matemáticas, la arquitectura, y la perspectiva. Le fascinan las formas regulares y geométricas, las cuales repite y organiza sobre el plano sin dejar huecos entre ellas.
Modifica los conceptos tradicionales de gravedad, espacio y continuidad, protagonizado por arquitecturas de imposible ejecución, ilusiones visuales, jugando con la percepción del espectador.

Y bueno, por supuesto los regalos de reyes, que han superado con creces lo que yo esperaba.
Hay que admitir que me gustaron todos, pero hubo uno que me encantó; fue una máquina para hacer algodón de azúcar. También me han gustado mucho los regalos que le han echado a mi hermana y estoy jugando mucho con ella.
Y nada más; estas han sido mis estupendas navidades.