jueves, 17 de febrero de 2011

Mi experiencia en "Las cuevas de nerja"

-Y ahora, Benji os repartirá lo del papel para que vuestros padres rellenen para el Pasen- explicaba Amparo.
-¡Buf! Otro gran día aburrido.- Pensaba yo.
Una vez Benji hubo repartido los papelitos que urgentemente teníamos que rellenar, miré hacia mi sitio, pero, en mi pupitre no se podía contemplar sólo uno de esos raros papeles, sino dos. Con intriga, me dispuse a leer el segundo papelito, pero, dicho papel no trataba precisamente sobre el Pasen: ¡Íbamos a visitar las increíbles cuevas de Nerja! La excursión se realizaría el jueves próximo.
Me puse un poco nerviosa, y lo estuve hasta el mismo día en el que partimos hacia Nerja.
Por el camino, lo pasamos muy bien, pero no olvidé la pequeña disputa que tuvimos justo antes de entrar en el autobús, en la que un grupo de niños y mis amigas y yo, discutíamos por sentarnos en los asientos traseros del autobús, pero fue intrascendente. Cuando pasó el tiempo empezamos a cantar canciones, y, como si no hubiera ocurrido nada...
Una vez allí, pudimos leer claramente: "Gift shop"
Nos sorprendió, ya que justamente, hacía dos o tres días que nos habíamos examinado de esa lección, y decidimos entrar.
En ese lugar se podían encontrar una gran variedad de obsequios para la familia, pero yo había tenido la mala suerte de no haber podido llevar dinero <<¡Vaya necedad he cometido!>> Pensé.
De todas maneras, no me importó, porque los precios seguro que los redactaba un embaucador, ya que eran descabellados, y mi patrimonio no es alto.
Estuvimos un buen rato observando los regalitos, juguetes, piedras, mantas, objetos de decoración, minerales, pequeñas botellitas de mercurio, comida, juegos de mesa...
Pasado un tiempo, pensé en lo que Amparo me había advertido: "A las 10:45, espero que estemos todos delante de la estatua, ¿de acuerdo?"
Miré el reloj y...¡eran las 11:00! Sentí un pequeños escalofrío, en el que mis entrañas se reían de mí y me decían:
-¡Ja, ja, ja, te quedaste sin visitar la cueva!-
Avisé a mis amigas y nos apresuramos, pero cuando llegamos, no había nadie y, al subir las escaleras, pudimos por fin ver a Lara e Irene, que nos dijeron que, en realidad, no era a las 10:45, sino a las 11:15.
Eso nos alivió, pero pensamos que la próxima vez tendríamos que haber tenido más cuidado, de todas maneras, ¡cada día se aprende algo!
Volvimos a la tienda de regalos, pero esta vez estuvimos muy atentas para llegar a tiempo, y, era la hora de entrar.
Bajamos las escaleras, y nos comenzamos a adentrar en las entrañas de la cueva, en la que de repente, parecía que había llegado el ocaso. La cueva quería amedrentarme, pero no lo conseguía, porque yo soy intrépida, y a parte iba a espaldas de la seño apretada tanto contra ella que parecía que iba a sufrir la pobre una detonación.
De pronto, pude observar con gran estupor una especie de sala, en la que abundaban las estalactitas y estalagmitas. En el centro de dicha sala, se encontraba una gran columna formada por cal: "La bota", en la que, justo delante, se veía una especie de escenario. La decoración de índole era perfecta, y en esa sala era maravilloso escuchar la música ya que se oía mucho eco.

Estuvimos mucho tiempo esperando, hasta que, de pronto entraron dos especies de duendes raros que nos explicaron muchas cosas sobre la música clásica y sobre el ingenio de los compositores.

Comenzó el concierto, pero, en lugar de darnos las explicaciones sobre no comer, utilizar el móvil o hablar, nos lo demostraron en teatro, con lo que todo el mundo seguimos las indicaciones de los duendes.
La música era bonita, y, aunque era muy antigua, la duende la presentaba con una música inaudita. Hay que admitir, que, después de todo, la orquesta "Imagina", reproduce una música preciosa. Pero, por otro lado, el teatro acompañante era patético para mi edad, y por más que se esforzaran, resultaba ser en vano, ya que era para un chilpayate, aunque yo lo observaba con sobriedad. Cuando la música disipó, me entraron ganas de dormir, pero, de repente...¡búm! Muchos sonidos a la vez sonaron, y el concierto finalizó. Estrepitosos clamores sonaron, y, la orquesta se despidió, de modo que fuimos saliendo poco a poco. Me quedé patidifusa cuando me contaron que no íbamos a visitar el resto de la cueva, pero...¡no puedo cambiar las cosas! Como todo el mundo dice, el tiempo es oro, y el autobúas se retrasó... ¡otra vez será!
Ahora estoy redactando esta experiencia, pero, como es muy tarde, tengo mucha astenia y estoy extenuada, de modo que... ¡me voy a pernoctar!

0 comentarios:

Publicar un comentario